Por Cartelera DVD
Hay quien la ha calificado como parodia. Podría serlo por la musicalización con la bellísima melodía A Wonderful World, o las escenas en un campo de beisbol, deporte tan apreciado en el cine y el sutil gusto "de los americanos", como les cantó Alberto Cortés.
Pero la personificación de Condoleeza Rice, Tony Blair los Bush, padre e hijos, George y Jeb, el militar Colin Powell y otros actores de la peor ralea, del fanatismo y la sumisión al dinero y al poder de la clase política republicana de los Estados Unidos, hacen que las pinceladas de humor solo maticen un poco el intenso drama que se desarrolla en pantalla y que no es sino un pálido reflejo de más de un millón de muertos y mutilados en una guerra que todo un planeta quiso evitar, sin éxito alguno.
Alguien que no alcanzó a ser personificado fue el enano José María Aznar, quizá porque Stone no alcanzó a conocer los daños que le ha causado a México como gestor de las empresas que construyen macrovías en lugar de trenes elevados u otras soluciones socialmente responsables. No es una anotación gratuita, si lo tenemos aquí es porque sus juegos de guerra no le sirvieron siquiera para obtener los contratos de reconstrucción que pretendía, luego de avalar los bombardeos sobre Irak.
Como en JFK, Oliver Stone (además de renovar su gusto por los nombres sintéticos) hace una dramatización de hechos reales para documentar uno de los pasajes más dramáticos del Siglo XXI. Para hacernos mostrar su repudio a uno de los peores presidentes en la historia del planeta, lo más que hace es mostrarlo comiendo con gran ansiedad y hablando con la boca llena, lo que de paso justifica la anécdota rigurosamente cierta del desmayo que sufrió George W. cuando se le atoró un pretzel por gritar durante un encuentro deportivo que presenciaba por televisión.
Excelentemente caracterizada por Josh Brolin, quien solo ganó un modesto premio en Hollywood, la película fue terriblemente subestimada, está pésimamente calificada por los usuarios de la base de datos de Internet Movies, donde apenas superaba el seis a dos años de su estreno.
Con todo, ante la repetición de las estrategias propagandísticas republicanas, ahora con el pretexto del peligro nuclear iraní, la película W se vuelve de revisión obligada no solo para los cinéfilos, sino para los políticos, los analistas, los pacifistas, los estudiantes de sicología, los dirigentes de alcohólicos anónimos, los internacionalistas y en fin, para todo ser humano interesado en que un puñado de imbéciles que hablan inglés, hebreo o parsi decidan por toda la humanidad.
La discriminación que sufrió W por la Academia, por los críticos y por los propios cinéfilos, los premios que se le negaron no deben hacernos prescindir de una revisión crítica e incluso como arma de contrapropaganda ante los juegos de guerra que al iniciar 2012 se han estado intensificando.
Un tratado de desarme nuclear en el oriente, cuna del paraíso, según los estudios rabínicos que lo colocan entre dos ríos, el Tigris y el Eufrates puede ser una solución, escalar las tensiones, el inicio de la tercera y última guerra mundial.
Por eso, más alla de su calidad cinematográfica o de los recursos dramáticos que haya empleado Oliver Stone para tratar de explicarse porque la inútil guerra con Irak, como el de W, tratando de superar lo que el padre no se atrevió a hacer en la guerra del golfo, es una cinta imprescindible.
Ni por sus premios, ni por la calificación de los cinéfilos, W pasará a la historia cinematográfica, pero por el hecho de haberla realizado, Oliver Stone merece el mejor de los galardones: Que Dios lo bendiga.
Tomado de: www.carteleradvd.blogspot.com
sábado, 3 de marzo de 2012
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