Por Samuel García ArencibiaÚltimamente he visto dos películas que me han devuelto a la emoción y la admiración por las viejas luchas de nuestros padres, abuelos y antecesores. En ellas, los trabajadores se atreven, en unas sociedades más precarias que las nuestras, a luchar contra la clase opresora sin otras armas que su unión y su sacrificio, para mejorar sus condiciones de vida. Ese cine puede estimular la conciencia y la actitud de lucha social en estos momentos de derrotismo. Aunque sólo sea una aficionado al cine y no vaya a comentar mucho de esas películas me pareció una buena idea escribir esta entrada sobre películas, ya que hace mucho tiempo que no escribo sobre cine. Serían estupendas las invitaciones a otras películas que pudieran hacer en los comentarios.
La primera película fue
"La sal de la tierra" de 1955. En ella unos mineros de Nuevo México se enfrentan a sus patrones por sus condiciones de trabajo. Lo más hermoso de la película es la alianza entre la lucha de clases y la lucha de géneros, pues las mujeres cobran protagonismo en la lucha de todos contra la pobreza a la que son sometidos.
La segunda película reciente que vi fue
"Los compañeros" de Monicelli de 1963. En este caso los trabajadores de una fábrica también reivindican desde su fábrica, hacen huelga por las condiciones de trabajo. Es una comedia, pero permite también aproximarse a la realidad cruda de una huelga. Se ve el autoritarismo con el que el Estado ayuda a las clases propietarias.
Mientras me animaba a escribir este artículo busqué en mi memoria otras películas. Se me vinieron a la cabeza algunas. No sé si las recordaré ahora todas.
Recuerdo con especial cariño una de Ken Loach,
"Pan y rosas". Con ella lloré de emoción. La acción ocurría en el tiempo presente, en los Estados Unidos con unos sindicatos históricamente exhaustos en un país donde nunca hubo una afiliación fuerte. Hace tiempo desde que la vi, quizá debiera volver a verla, pero la recuerdo con nostalgia. Hay una mezcla de romanticismo y lucha social, inmigración ilegal.
También hace tiempo, vi
"Germinal", de Jean Claude Berri, basada en la novela, también leída, de Emile Zola. Igualmente hay romanticismo, una historia de amor platónico del foráneo con experiencia socialista que llega a una mina donde hay una incipiente organización sindical y una mujer que se ve obligada a convivir con el trabajador esquirol y machista, típico en esas comunidades obreras. Ocurre en una mina francesa.
"La madre" de Pudovkin es del mismo modo una adaptación de una novela, de Gorki. En este caso, la novela me encantó y la película me pareció una adaptación alejada del centro de interés del autor de la novela. Otra película soviética sobre el tema es precisamente
"La huelga" de Eisenstein. De cine mudo las dos, ambas narran sucesos de la Rusia zarista.
Excepto, "Pan y rosas" todas son películas basadas en los momentos de crecimiento o consolidación del movimiento obrero. Excepto esta y un poco "Germinal", todas son películas con varias décadas. Parece que el cine social (que atiende la cuestión social) o socialista (que pretende contribuir al progreso socialista) han disminuido en paralelo con las renuncias sociales a la ofensiva y defensiva de los valores de igualdad y fraternidad (o a la libertad de las clases dominadas sobre las clases dominantes). Hay maravillosas excepciones (Loach, Gavras, Tavernier, De León y Aranoa, Mañas), pero la clase dominada, en proceso de debilitación sin tocar fondo, no tiene mucha capacidad de hacer cine social y socialista en la cantidad y calidad de las generaciones anteriores, como las generaciones actuales no tiene ni la conciencia ni la organización para mantener el pulso de la lucha histórica de clases.