La ultraderecha rechazó la visión del cineasta sobre la lucha por la independencia de Argelia. "Francia no puede permitirse una situación desequilibrada con las ex colonias", consideró.
La Jornada
Oficiales captados en el techo de un hotel, atentos al desarrollo de la proyección de la cinta Fuera de la ley, en Cannes. Foto AP.
Los conflictos armados parecen no querer abandonar la alfombra roja de Cannes, esta pequeña localidad costera que hoy amaneció tomada por la policía. La razón, una película que ha levantado ampollas: Hors la loi (Fuera de la ley), del director franco-argelino Rachid Bouchareb.
Centrada en la lucha por la independencia de argelinos radicados en Francia, la cinta gira en torno a tres hermanos que, cada uno a su manera, se suman a la causa. Rodada a modo de western, Hors la loi retrata tanto la represión dentro de las filas del Frente de Liberación Nacional (FNL) como las acciones fuera de la ley de las fuerzas de seguridad francesas.
"Mi película tiene la intención de abrir un debate de forma calmada, fría y colectiva", afirmó Bouchareb. "Jamás imaginé que provocaría alarma", añadió el cineasta, quien con este largometraje quiso mostrar a las generaciones de inmigrantes más jóvenes parte de su historia reciente.
Aun cuando la película no había sido vista, Bouchareb fue acusado de negacionista y antifrancés por este trabajo, que voces de la ultraderecha consideran daña la imagen de Francia. En Hors la loi, sin embargo, expone las acciones de los independentistas así como las de las fuerzas del orden. "No hay animadversión contra Francia", subrayó Bouchareb, quien ya vivió una polémica menor en 2006 con Indigènes, sobre la participación de soldados de las colonias en la liberación de Francia en la Segunda Guerra Mundial.
Con espíritu de justicia
El cineasta dio las gracias además al director artístico de Cannes, Thierry Fremaux, por no ceder a las presiones a las que se vio sometido para no proyectar el largometraje en el certamen francés.
“No es una película contra nadie, está hecha con el mismo espíritu que iluminó Indigènes: la injusticia”, añadió el cineasta, que cuenta con los actores principales de su anterior trabajo: Jamel Debbouze, Roschdy Zem y Sami Bouajila. Todos recogieron entonces el premio a la mejor actuación masculina.
Para Bouchareb, "Francia no puede permitirse una situación desequilibrada con las ex colonias. Los historiadores, los políticos, el público, todos tienen que hacer su trabajo para que podamos pasar página con serenidad. Ha habido demasiada violencia en el pasado y no vamos a repetir eso hoy día, fuera de la pantalla", agregó.
El conflicto armado llegó a las pantallas del Festival de Cannes con La princesse de Montpensier, del francés Bertand Tavernier, la película de Chad Un Homme qui crie y siguió como elemento de la trama en Des hommes et de Dieux y Fair Game. Hoy regresó de nuevo a la pantalla con Bouchareb y Route Irish, en la que el director británico Ken Loach denuncia la impunidad de los soldados privados que actuaron en Irak tras la invasión de Estados Unidos en 2003.
Loach, acompañado de su inseparable guionista Paul Laverty, denunció "el monstruoso crimen" contra el pueblo iraquí que se ha cometido con la guerra por "pura avaricia".
El director británico, quien se sumó en el último momento a la competición, no ha recibido los elogios de sus anteriores películas Looking for Eric o The Wind That Shakes The Barley, que alzó la Palma de Oro en 2006. Route Irish, nombre de la carretera que va de Bagdad al aeropuerto de la capital iraquí, no consigue en su conjunto tener la fuerza de otras películas de Loach que tanto emocionaron.
Para el cineasta, la espiral de violencia que puso en marcha la guerra no tiene fin. "La venganza trae más venganza", añadió.
No hay que olvidar, dijo, que las víctimas principales del conflicto son los iraquíes. "Me molesta caundo las películas estadunidenses muestran a los soldados (de Estados Unidos) como las víctimas", lamentó.
La tercera película presentada hoy a concurso, la tailandesa Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives, de Apichatpong Weerasethakul, ha sido la única que no está relacionada temáticamente con la guerra, pero el cineasta casi no llega a Cannes debido al conflicto en Bangkok.
"Casi no llego, porque mi pasaporte estaba en el centro de la ciudad y era demasiado peligroso ir por él. Antes de salir se veía cómo salía humo de las calles. Tenía la impresión de estar en una película", añadió.
"Es la situación de violencia más extrema que hemos tenido en nuestra historia", añadió Weerasethakul, para quien hay una brecha tan grande entre ricos y pobres en su país que algo así tenía que suceder.
"Espero que estos acontecimientos concluyan uniendo al país", dijo.
El director tailandés, quien ya obtuvo el premio especial del jurado en Cannes con Tropical Malady, trajo hasta el certamen francés una de las propuestas más arriesgadas en términos artísticos, que ha sido elogiada ante todo por la crítica más cinéfila.
La película se centra en un hombre que se está muriendo y viaja al norte de Tailandia, la región donde nació. Allí se le aparecen los fantasmas de sus familiares ya fallecidos.
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