jueves, 27 de mayo de 2010

La cámara en la selva

Mientras Estados Unidos lanza su Cuarta Flota e instala siete nuevas bases militares en Colombia, en distintos países de América Latina se acaba de estrenar simultáneamente «FARC-EP La insurgencia del siglo XXI», largometraje documental que narra el conflicto armado desde el punto de vista de la guerrilla bolivariana.

Por Florencia Torres Freeman

¿En el siglo XXI la insurgencia es un souvenir del pasado? ¿Se acabaron las ideologías? ¿Los revolucionarios se han convertido en delincuentes, narcotraficantes, bandoleros, terroristas?

Los grandes monopolios de la (in)comunicación insisten con un mensaje viejo, gastado y único: la insurgencia colombiana no tiene ideología, formación cultural ni proyecto político. Su corazón mercenario palpita al ritmo frenético y alocado de la coca. El antiguo y tenebroso “oro de Moscú” ha sido reemplazado por los maletines repletos de dólares y euros, provenientes del narcotráfico. Los indígenas masacrados, las mujeres violadas, los jóvenes maltratados. En las pantallas de TV el movimiento guerrillero se ha convertido en un monstruo mucho más temible que Satán, Lucifer, Luzbel y los peores demonios medievales.

El viejo y barbudo Karl Marx comenzaba su célebre Manifiesto Comunista afirmando que “Un fantasma recorre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa ... No hay un solo partido de oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista”. Si se reemplaza “comunismo” por FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo), hoy el fantasma continúa deambulando por allí. ¿Qué movimiento social radicalizado de América Latina no ha sido estigmatizado y acusado de simpatizar con las FARC?

Hoy en día, la CIA, el FBI, la DEA y otros organismos “democráticos” viven repartiendo la acusación de “colaborador de las FARC” a cualquiera que intente, parezca o aspire a ser un disidente radical.

La obra Las brujas de Salem de Arthur Miller parece haber sido escrita ayer. El macartismo se pasea altanero y desafiante. Toda disidencia, en cualquier parte del mundo, huele a guerrilla bolivariana. Vivimos un control del pensamiento que haría empalidecer los vaticinios más sombríos de ls novelas 1984, Un mundo feliz y Fahrenheit 451 o las películas Brazil, Matrix y hasta la más reciente Sector 9.

Desde los grandes noticieros de TV hasta la ficción de Hollywood, pasando por las toneladas de papel manchado de tinta de los grandes emporios periodísticos, hoy todos atacan sobre un mismo blanco. Incluso los principales presidentes de América Latina deben discutir con Uribe, servil ventrílocuo local del gran amo imperial, tomando como eje el apoyo, el rechazo o la indiferencia frente a las FARC-EP. Ni UNASUR ni la OEA han escapado a estos debates.

En ese contexto global, donde la culminación de la guerra fría no ha permitido que baje un grado la temperatura de la guerra psicológica contra las rebeliones armadas contemporáneas, ¿qué piensan realmente las FARC-EP? ¿Poseen un plan? ¿Tienen ideología? ¿Mantienen a sus decenas de miles de jóvenes combatientes obligados y amenazados? ¿Cómo ven el futuro de América Latina?


El largometraje FARC-EP: La insurgencia del siglo XXI intenta responder aquellas preguntas, sometiendo a discusión la propaganda barroca y macartista promovida desde EEUU. Para ello el equipo de cine «Glauber Rocha», formado por camarógrafos de diversos países de América Latina y Europa, se interna en la selva, recorre las cordilleras y las montañas, mostrando desde adentro, como nunca antes se vio, la vida cotidiana en los campamentos de las FARC-EP. El documental, que dura casi dos horas, incorpora entrevistas a los principales comandantes guerrilleros del secretariado de las FARC-EP y numerosos testimonios de combatientes de base, campesinos y jóvenes urbanos del Partido Comunista Clandestino de Colombia (PCCC), incluyendo secuencias sobre el papel fundamental de las mujeres en la lucha guerrillera, los indígenas y pueblos originarios, el problema del narcotráfico, el paramilitarismo, los prisioneros de guerra, las nuevas bases militares norteamericanas y la violación sistemática de los derechos humanos por parte del terrorismo de Estado en la patria del líder independientista Simón Bolívar.

La estructura formal del documental constituye un inmenso collage, donde aparecen reconstruidos desde las matanzas de la empresa bananera United Fruit en 1928, el asesinato del dirigente popular Jorge Eliécer Gaitán en abril de 1948 y la fundación de las FARC-EP hasta la captura de militares norteamericanos en la selva colombiana, el caso reciente de Ingrid Betancourt y las declaraciones de los principales referentes paramilitares (aliados de Uribe) que confiesan haber recibido dinero de las bananeras para asesinar guerrilleros y masacrar población civil.

En ese mosaico que no deja nada o casi nada afuera, son retratadas por primera vez en la historia (hasta donde tenemos noticias) los cursos de formación, políticos, ideológicos y militares, de los combatientes comunes de las FARC-EP y también de sus fuerzas especiales. En medio de la selva, los ríos, los árboles inmensos y los animales aparecen bibliotecas, grupos de lectura, pizarrones y mucha, pero mucha gente joven estudiando. Quien asista a alguna proyección de este film (hasta ahora proyectado en circuitos underground, ¿se proyectará en las grandes salas?) no podrá dejar de recordar las escenas de aquellos Pasajes de la guerra revolucionaria pulidos y retratados en otra época por la pluma exquisita de Ernesto Che Guevara, uno de los inspiradores de la ideología de las FARC-EP junto a su legendario comandante y fundador Manuel Marulanda Vélez, recientemente fallecido. Pero las escenas y entrevistas que retrata esta película no pertenecen a los añorados y nostálgicos años sesenta, tan alabados y tan bastardeados, sino... al siglo XXI.

Como en Cuba, Nicaragua y El Salvador, como en Argelia y sobre todo en Vietnam, hoy Colombia vive una guerra civil de dimensión continental. Esta película muestra lo que jamás aparece en la CNN y otras usinas del poder: el conflicto armado desde el punto de vista de la rebeldía bolivariana. No pasará desapercibida.

Tomado de: www.rebelion.org

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