Por Nelson Dávila Acosta
Rebelión
Durante la batalla de Stalingrado (hasta 1925, se llamaba Volgogrado); en la que se luchó cuerpo a cuerpo, metro a metro, cuarto por cuarto y sumando muertos soviéticos y nazis, se alcanzó a contar algo mas de dos millones de cadáveres.
La carnicería fue bestial, todo tipo de armas fue usada, de la ciudad, desaparecieron perros, gatos y ratas, todo lo que se movía servía de alimento.
En Stalingrado, se jugó el destino de la Unión Soviética y de la humanidad, los alemanes volcaron todos sus recursos para atacar a esa ciudad, es que la segunda guerra mundial, no fue una guerra contra los judíos y otras minorías nacionales, como se nos quiere hacer creer, fue realmente una guerra anti comunista, el plan Barba roja, aplicado contra los pueblos de la URSS comenzó el 1 de junio de 1941, a su paso, por Polonia, Ucrania y Bielorrusia, los nazis enfrentaron con extrema dureza a los guerrilleros, a los radicales, a los comunistas sobretodo, mientras tanto en los territorios europeos occidentales ya ocupados por los fascistas, estos asesinaron a millones de combatientes: a los maquis en Francia, a los guerrilleros de todo color político en España, Italia, Grecia, etc.
Consideremos: al final de la guerra se contabilizaron 6 millones de muertos judíos (la mayor parte por razones religiosas, en los hornos crematorios, por los fascistas alemanes), 20 millones de soviéticos, y totalizando las diversas nacionalidades europeas, se cree que la cifra total de muertos fue de 80 millones.
En medio de semejante escenario, aparece la figura de un joven campesino (Jude Law), quien habiendo sido en su campo natal un magnifico cazador de conejos, ahora aquella experiencia, le servirá en el campo de batalla: su misión: matar generales, comandantes, coroneles, con su magnifica puntería y empuñando un fusil, lo logra con relativa facilidad, lo que determinará que el alto mando alemán, haga llegar hasta la sitiada ciudad, a un increíble francotirador germano, armado a su vez con un fusil alemán de alta precisión, Richard Harris, nos demuestra una vez más sus capacidades actorales, y la persecución al francotirador ruso se torna implacable, una y otra vez los dos estarán a tiro de cañón, pero por algún detalle, se complica matar al otro.
Rachel Weiz, (Tania) es la belleza rusa, inteligente e instruida, que se enamora perdidamente del campesino ruso, por sus cualidades, por su sencillez y es ella la que dará el toque de ternura a la película.
El alemán, desesperado, pierde el control de si mismo, se descuida y queda a boca de jarro del fusil soviético, el cual será disparado con total precisión y sin piedad.
Aun faltan dos largos años, hasta que la bandera roja con la hoz y el martillo ondee sobre el Reichstag, en pleno centro de Berlín, pero Stalingrado fue el principio del fin para los criminales nazis.
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